domingo, 18 de noviembre de 2012

Lo mitológico en el Arte del Movimiento y su relación con lo cuántico



Ya hablar de la danza con propiedad, obliga a profundizar en lo que es “El Arte del Movimiento” sin importar sus distintas modalidades, pero establecer su relación con la Física Cuántica implica adentrarse en el sistema de pensamiento cartesiano del cual fue producto Einstein, también fundador de la teoría que aquí incumbe. Igualmente, para reflexionar sobre el arte del movimiento habría que pasearse por las cosmovisiones que tenían los vedas, celtas, griegos y romanos. Para comenzar, hasta en la Wikipedia de Internet leemos que “la danza ha formado parte de la historia de la humanidad desde el principio de los tiempos. Los primeros antecedentes los encontramos en las pinturas rupestres. La historia de la danza refleja los cambios respecto de las relaciones del pueblo con su conocimiento del mundo”. Por eso tampoco se puede rechazar de plano el aspecto mitológico, el cual pudiera encerrar verdades por descubrir en forma de paralelismos conceptuales con el nuevo paradigma científico. La ciencia ha develado secretos que parecían pertenecer al terreno de la metafísica, de la mitología y particularmente de la religión. Inclusive se comprobó que la nada absoluta no existe. Sin embargo, tecnológicamente y solo por ahora, la ciencia no está en plena capacidad de demostrar que el mundo existe con seres como nosotros no por “Milagro de La Creación”, sino porque la naturaleza es autosuficiente, auto-creada, auto-consciente, auto-transformadora e imperecedera y que simplemente es, precisamente por el movimiento. Los vedas sostenían que por virtud de Shiva (Rey de La Danza Cósmica), él mismo emergió convertido en el mundo que percibimos (Brahma). Esto se puede entender con el basamento científico actual, si lo estudiamos sin prejuicios y con amplitud mental. Sin embargo, no hay total certeza en que los textos más antiguos a los cuales muchos podemos referirnos para fundamentar tal tema, hayan sido traducidos correctamente. Este debate actualmente está planteado entre los filólogos más importantes de la India y de otros países… es el problema del universo creado de la nada: de un espacio de ningún tamaño llamado por los nuevos físicos Agujero Negro, así como del punto en medio de ese espacio y denominado “Singularidad”.

 Y más complicada es la investigación cuando intentamos remontarnos a la cosmovisión céltica-hiperbórea, pues ellos rechazaban la escritura a pesar de haber sido maestros de Pitágoras (muy admirados por Aristóteles) –asunto que también está en discusión entre historiadores. Aún con esas y otras lagunas, lo que interesa aquí es el papel de la danza en la historia de nuestras culturas ancestrales. Yo, en particular, no diría que “La historia de la danza refleja los cambios respecto de las relaciones del pueblo con su conocimiento del mundo”, yo sería aún más enfática: quizás antes, durante y después de la era glacial, el entero conocimiento del mundo de aquellos pueblos fue adquirido por la danza pues consideraban el movimiento, inherente a aquella, como el Poder Supremo de creación y potenciación de todo lo que es. Evidentemente que la danza expuesta en estos términos, en aquellos tiempos se restringía a una elite sacerdotal, bien fuese brahmánica, faraónica, druídica, chamánica, y todas las expresiones populares de entonces constituían un remedo de las sacerdotales. Lo curioso de esa época es que no separaban el conocer del movimiento, en dos cosas diferentes. Ellos asumían que la mente es el movimiento eterno de la conciencia cósmica absoluta, a la cual se podía acceder fácilmente, alterando el estado consciente del sumo sacerdote, de la sacerdotisa o del chaman durante su danza.

Vale decir que unos 2.600 años antes que Sócrates sentenciara... “Poseemos inteligencia, y esa posesión debe estar contenida en la primera causa que creó al universo”, ya los vedas o célticos-hiperbóreos iban más allá de tal afirmación con sus danzas, cánticos y poemas, como está en el “Rig Veda”. Sin embargo, ese más allá no era entendido fuera de las fronteras del mundo concreto, como lo pretenden los metafísicos, sino que lo real es mera conciencia temporal. Por ende, no existía el concepto del Tiempo en los tres segmentos secuenciales (pasado-presente-futuro), ni la dicotomía “mente y cuerpo”. El “No Ser”, manifestado en el ser, significaba “la seidad”, o en términos modernos: “el continuo”… fundamental para alcanzar la maestría de todas las artes del movimiento como las marciales, cuyos principios permanecen en sintonía con antiquísimas cosmovisiones –más viejas que El Tao de Lao Tse. El taoísmo conserva la esencia y objetivos de sus predecesoras: el cambio viene dado por el perpetuo movimiento en torbellino del “Uno” primordial, que se manifestó en dos, en miles... en infinito.  En diversidad: 
en animales; vegetales; rocas; ríos; tierra; atmósfera y miles de otras cosas fabricadas por nosotros los supuestos “humanos” para satisfacer su burbuja, falazmente llamada “felicidad” pues nunca están satisfechos en ningún sentido: material; social; económico; financiero, ni afectivo. En esas viejas culturas el danzarín era el sumo sacerdote, que a su vez era médico, botánico, químico, físico, geómetra, cosmólogo, juez, guerrero. Menos rey. Por decir lo menos, la agricultura se desarrolló a partir de sus observaciones a la naturaleza y de ahí, dícese de pueblos pastoreños y ganaderos originales. Entonces sostenían que el verdadero templo no era el de piedras sino el propio entorno natural y/o el cuerpo humano, y toda manifestación fenoménica estaba sujeta a las leyes del cambio y regreso al “Uno” informe primordial. Antes que existiera el sánscrito, los vedas y los dravídicos transmitían oralmente tales enseñanzas. Fueron los primeros en acuñar términos como el “átomo” y “jiva”, de donde proviene el de “ojiva nuclear”, y no de los atomistas griegos: 400 años ad. C., apenas. Las danzas solares, no eran meramente ritualistas pues expresaban un profundo conocimiento del Sol, llamado Surya, Baal, Ra, Apolo, Lugh, etc., por los védicos, fenicios, egipcios, griegos y celtas, respectivamente. Se decían “hijos del Sol”, como lo es todo cuanto existe en nuestro sistema, y dentro de él la simiente que es y no es al mismo tiempo: el innombrable”, que ocupa un espacio de ningún tamaño y en consecuencia no es visible. Conocían los “ciclos” y duración de sus salidas por el este y el oeste. Sabido es que los sacerdotes egipcios le dijeron a Herodoto que el Sol salió por el oeste varias veces y luego por el este, como ahora, y eso mismo está plasmado en los calendarios de Denderá y maya.
“El mundo es causal, local y determinado”, según Newton, quien instauró las leyes del movimiento que gobiernan hasta hoy aunque con las modificaciones de Einstein. Con Newton desaparece por completo la Danza Cósmica del Rey Shiva, que es movimiento en sí mismo, impulsos, ritmos de vórtices que crean el motor de los ciclos del Gran Movimiento (la Mente Una Universal). Y porque es difícil imaginar movimiento alguno sin un objeto que lo produzca, Newton llamó a estos objetos “corpúsculos” (hoy, partículas), encargadas de transportar las fuerzas de la naturaleza. Así que la realidad es objetiva, con un principio en el tiempo (“Big Bang”): la primera causa, o “la causa sin causa” para los no científicos. Los nuevos físicos hablan y escriben mucho del movimiento, y prácticamente todos sus constructos se basan en el movimiento; llámesele Spin o giro, momento angular, velocidad, gravitación o lo que sea. Ya Aristóteles, quien sentía obvia veneración por los celtas y druidas de su época, había dicho en pocas palabras que “lo que existe es potencia pura”; y fiel al sabio griego, Heisenberg agregó: “somos una promesa de llegar a ser –apenas meras posibilidades con ciertas probabilidades”. Lo primero que habría que entender es el espacio infinito-dimensional de Hilbert, en donde accionan los sistemas-procesos psi y cuya manifestación en el presente del físico que los observa le aparece en el futuro de la prueba a la que son sometidos. Por ejemplo, imaginemos que un electrón es una mujer preñada a punto de parir un fotón en el metro Plaza Venezuela, pero como está entrando en la estación Colegio de Ingenieros da a luz en la próxima parada antes de montarse en el vagón de la anterior (¡!). Otra forma de ilustrar sus distintos comportamientos es que cuando uno va del presente al futuro los sistemas cuánticos de los que estamos hechos ya vienen de allá con la respuesta antes que uno pudiera, siquiera, preguntarse cómo será. En resumen, en la danza el manejo de las energías contenidas en ese continuo humano es fundamental. Más cuando se trata del acto creativo coreográfico o el interpretativo en plena escena. Sin embargo, no se trata de una improvisación vacua sin sentido ni destino, porque hay espectadores que van a nutrirse de los aportes de una obra y, por qué no, a transformar su visión del mundo y la vida que llevan. Precisamente, el arte del movimiento tiene ese poder mágico pues en cada mudra está contenida la sabiduría de todo el universo y las falsas ilusiones también. Claro que está muy bien eso de que cada quien imagine cuál es el contenido del mensaje de una coreografía, si lo hay, ya que se trata del derecho a ejercitar el cuestionado libre albedrío”. ¿Y por qué cuestionado?, por lo mismo que advierte la física cuántica: el gran universo, con nosotros adentro, en su última esencia es acausal; por eso, si lo que existe es “eterno ahora”, esa transformación aludida debe trascender la situación vital pasada y futura ilusoria del espectador. La libertad es una categoría, un valor o un principio, perdida en las noches de los tiempos civilizatorios pero que puede ser restituida en su justa dimensión por las artes del movimiento. No por el intelecto… ese factor racional, atado al proceso de la lógica, a la memoria de situaciones vitales históricas colectivas e individuales y a las predicciones del futuro, difícilmente interpretará el cambio de paradigma científico aquí expuesto, el cual rige inexorablemente el destino político, social, económico y cultural (global y local) que ya padecemos. Vale decir que en este contexto el creador o artista del movimiento, con el poder del ahora que emana de su Yo cuántico al instante de crear, conoce lo que en verdad es la libertadpara qué, cuándo, cómo y a quién sirve sin preguntárselo. Ni siquiera sabría cómo explicarla en palabras. Simplemente la vive cual “Satori” o verdad universal incuestionable.


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