Chávez no es una paja en el viento huracanado del pueblo que lo ama de veras...

Chávez no es una paja en el viento huracanado del pueblo que lo ama de veras. ¿Y por qué lo ama? Porque en su corazón, en su mente y en su cuerpo solo hay cabida para su inconmensurable amor a ese pueblo, por la Gran Patria latinoamericana y caribeña, y por África con su otra cuota parte de nuestros ancestros. Ese amor solo se demuestra con hechos fundamentados en un ideario bolivariano y amerindio, que es base de la ideología del nuevo socialismo que estamos construyendo. Hace como 17 años, un masajista vino a casa y me entregó varios documentos gruesos que pronosticaban la crisis económica y ecológica mundial, con la fecha en la cual comenzó y el destino final del capitalismo junto con su poca humanidad que lo defiende: con sus sangrientas guerras simultáneas y altísimas tecnologías manipuladoras del clima, de placas tectónicas y de la mente humana.

A Chávez no se le va a caer la lengua de tanto repetir esto mismo que ha calado en la conciencia de nuestro pueblo. Lo curioso es que, escribiendo este libro tengo la televisión prendida, muchas veces él estaba diciendo lo mismo que yo escribía. Un día le dirigí un e-mail a mi batallón, exigiéndoles que se pronunciaran para que nuestro Chávez se saliera de su mediación en el Canje Humanitario con la guerrilla colombiana, explicando por qué. Nadie me paró. Uribe se salió con la suya y ese mismo día dejé de asistir a las reuniones del PSUV. Tal como lo he dicho a lo largo de estos capítulos: sé que nací para dirigir y no para ser dirigida por disociados desahuciados. El único que me ha obligado a doblegar esta inflexibilidad es Chávez, pero a regaña-dientes de mi parte y puesto que no soy mentirosa. Sé que él tiene un instinto muy por encima de toda concepción tradicional. Sin embargo, su conciencia e inmenso amor por nosotros lo hace vulnerable a los errores cometidos por algunos personeros de su gobierno que le acompaña. Afortunadamente, él siempre anda “mosca” cuando nadie lo sospecha.

 Chávez me recuerda al Lobo Azul: Temüdjin (Gengis kan), que unificó, organizó, disciplinó a los mongoles, conformó el mayor Estado de la historia humana y le otorgó a las mujeres un lugar preponderante en el ejército y en la familia de Mongolia. Mi intuición, luego de haberla enriquecido con esos conocimientos, me dice que nuestro máximo líder puede lograr eso y más en el actual mundo globalizado. Mi traducción del nombre y título de aquel gran unificador vale igual para Chávez: “Ser universal forjado del mejor acero”. Lo cual no quita que él pueda navegar con pericia en un mar de incertidumbres y errores. Ser humano que exista no está por encima del error ni puede emular a Dios. Únicamente el amor supremo universal que reside en su fuero interno lo orienta y le dicta mandatos muy incomprensibles para sus oponentes. La eterna dualidad del bien y el mal, como a Odiseo, moldearán su liderazgo mundial. Más allá de las fronteras venezolanas en donde nació.

Este ser-entidad universal, forjado del mejor acero, ha llegado a convertirse en nuevo paradigma político, social, económico y ecológico para quienes habían perdido toda esperanza en la justicia, la equidad, igualdad, fraternidad, participación. Solidaridad. Semejante fenómeno no ocurre a menos que ciertos dotes sean desarrollados, como la entonación de la palabra y la respiración adecuada para potenciarla; así como el dominio de la carga energética en el tono de la voz y su modulación. Asuntos esos que se cultivan con el canto, el teatro y con la música, aunque también con la pintura… por la fuerza que el color ejerce en la psiquis que la entiende y en la de quien la percibe. Recuerden que el color y el calor van juntos en cuanto el espectro electromagnético se refiere. Además, lo que llaman carisma no es otra cosa que el aludido poder electromagnético de nuestro líder, sin el cual su amor por las multitudes invisibilizadas, no podría expresarse con tal fuerza en el discurso que las colma de pasión y amor.

    

Por otro lado, la consigna: “Chávez es el pueblo” no es un decir vacuo. Este hombre habla el lenguaje del pueblo, grita a los cuatro vientos todo lo que cada uno de nosotros piensa, siente y padece, pero lo dice de forma impetuosa, como queremos oírlo. Simultáneamente, sabe matizar su verbo con un sentido de humor inigualable, rompiendo con el convencionalismo del típico orador estereotipado… almidonado. Definitivamente no tiene pelos en la lengua, y, además, ha logrado exaltar el sentido patrio y de la pertenencia que habíamos perdido por la grosera transculturización. ¡Larga vida a este líder fuera de serie, porque de ella dependen las de nosotros, y espero que deje de convocar a los vende-patria para se vengan con el PSUV, así como esa contradictoria inamovilidad laboral plena de ellos!