martes, 30 de octubre de 2012

De Los Túneles y la Flecha del Tiempo



La Paradoja EPR y el Misterio de La Premonición
Einstein, en su oposición frontal contra la física cuántica, insistía en que ninguna información puede viajar más rápido que la luz. De ahí que Einstein, Podolsky y Rossen (EPR) exclamaran enérgicamente a los cuánticos, más o menos esto: “si lo que ustedes afirman es cierto significaría que un fotón en Andrómeda respondería instantáneamente a la información que le envía su partícula gemela desde la Tierra”. Pocos años después se comprobó en los laboratorios, luego Einstein y Rossen aportaron una solución conocida como los “Puentes Einstein-Rossen”, que también se llaman “Agujeros de Gusano y/o Túneles del Tiempo”.  

Con o sin túneles del tiempo la pregunta que surgió después de los experimentos, e incluso hoy, es: ¿Cómo las partículas saben lo que tienen hacer, antes mismo de que el científico les ponga una trampa en el laboratorio: acaso leen su mente? Investigaciones posteriores revelaron comportamientos aún más insólitos, que han obligado a matemáticos físicos desviarse de su campo hacia la biología y las neurociencias, y viceversa. Porque al fin y al cabo los humanos también estamos hechos de partículas elementales. O, ¿será posible que posean una propiedad protomental como aseguraba David Bohn?

“Poseemos inteligencia y esa posesión debe estar contenida en la primera causa que creó al universo”, decía Sócrates, mientras Demócrito aseguraba que “lo que existe son átomos y todo lo demás es mera opinión”. Y los orientales se mantienen fieles a su cosmovisión: lo que existe es Brahman-Atman (Mente, en una palabra), porque la realidad es el velo de la ilusión: Maya. Pero los físicos actuales no pueden quedarse de brazos cruzados ante sus propios descubrimientos sin encontrar una explicación, “a toda costa”. Si el mundo es acausal, no-local e indeterminado, ¿por qué se lo percibe distinto? El Teorema de John Bell, que puso fin a la paradoja EPR es más tajante: “la realidad que percibimos no es local, y si lo es está equivocada”, y al cual la Revista Physics respondió: “todo aquel que no esté preocupado por el Teorema de Bell debe tener una piedra en la cabeza en lugar de cerebro”.

En consecuencia, de ahí se desprende que el conjunto de las partes conforman al todo de un sistema y el conjunto de los sistemas constituyen un pequeño universo, por decirlo así. Aplicar el Teorema de Bell implica que el comportamiento de cualquier parte está determinado por sus conexiones no locales con el todo, y como no conocemos esas conexiones precisamente, tenemos que reemplazar la estrecha noción clásica de causa y efecto por un concepto mas amplio que involucre a la mecánica cuántica en nuestros modos de pensamiento.


1 comentario:

  1. Maravilloso Zhandra.
    Estoy haciendo un trabajo pequeño, un resumen sobre la física cuántica y su consecuencia sobre la existencia de Dios.
    Me he permitido copiar tu escrito para incluirlo en el trabajo.
    Muchas gracias bonita.

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