La Paradoja EPR y el Misterio de La Premonición
Einstein, en su oposición frontal contra la física
cuántica, insistía en que ninguna información puede viajar más rápido que la
luz. De ahí que Einstein, Podolsky y Rossen
(EPR) exclamaran enérgicamente a los cuánticos, más o menos esto: “si
lo que ustedes afirman es cierto significaría que un fotón en Andrómeda
respondería instantáneamente a la información que le envía su partícula
gemela desde la Tierra”. Pocos años después se comprobó en los
laboratorios, luego Einstein y Rossen aportaron una solución conocida como los
“Puentes Einstein-Rossen”, que también se llaman “Agujeros de Gusano y/o
Túneles del Tiempo”.
Con o sin túneles del tiempo la pregunta que surgió
después de los experimentos, e incluso hoy, es: ¿Cómo las partículas saben
lo que tienen hacer, antes mismo de que el científico les ponga una trampa en
el laboratorio: acaso leen su mente? Investigaciones posteriores
revelaron comportamientos aún más insólitos, que han obligado a matemáticos
físicos desviarse de su campo hacia la biología y las neurociencias, y
viceversa. Porque al fin y al cabo los humanos también estamos hechos de
partículas elementales. O, ¿será posible que posean una propiedad protomental
como aseguraba David Bohn?
“Poseemos inteligencia y esa posesión debe
estar contenida en la primera causa que creó al universo”, decía Sócrates,
mientras Demócrito aseguraba que “lo que existe son átomos y todo lo demás es
mera opinión”. Y los orientales se mantienen fieles a su cosmovisión: lo que existe
es Brahman-Atman (Mente, en una palabra), porque la realidad es el velo de la
ilusión: Maya. Pero los físicos actuales no pueden quedarse de brazos cruzados
ante sus propios descubrimientos sin encontrar una explicación, “a toda costa”.
Si el mundo es acausal, no-local e indeterminado, ¿por qué se lo percibe
distinto? El Teorema de John Bell, que puso fin a la paradoja EPR es más
tajante: “la realidad que percibimos no es local, y si lo es está equivocada”, y al cual
la Revista Physics respondió: “todo aquel que no esté preocupado por el
Teorema de Bell debe tener una piedra en la cabeza en lugar de cerebro”.
En consecuencia, de ahí se desprende que el conjunto
de las partes conforman al todo de un sistema y el conjunto de los sistemas
constituyen un pequeño universo, por decirlo así. Aplicar el Teorema de Bell
implica que el comportamiento de cualquier parte está determinado por sus conexiones
no locales con el todo, y como no conocemos esas conexiones precisamente,
tenemos que reemplazar la estrecha noción clásica de causa y efecto por un
concepto mas amplio que involucre a la mecánica cuántica en nuestros modos de
pensamiento.
Maravilloso Zhandra.
ResponderEliminarEstoy haciendo un trabajo pequeño, un resumen sobre la física cuántica y su consecuencia sobre la existencia de Dios.
Me he permitido copiar tu escrito para incluirlo en el trabajo.
Muchas gracias bonita.