Por Zhandra Rodríguez
Este artículo lo escribí en enero de 1988. Parece como una premonición de lo que hoy acontece en las Europas y de lo que le esperaba a Venezuela si Chávez no hubiera aparecido en la escena política de nuestro país:
Si es cierto que el valor de un hombre está determinado por su capacidad productiva, entonces su inteligencia está expuesta a la presión exigente de su más elevada necesidad: libertad, amor y autosuficiencia. Ya hemos concluido que estas tres categorías inseparables son las características propias del individuo realizado. Sin embargo, sabemos que la realización no significa trascender la Identidad propia en aras de la cultura que impulsa a los semejantes. Es el líder que ha trascendido al héroe, al sobresaliente en méritos el que finalmente tiene la opción de la enmienda frente a la institución del error.
De allí en adelante las escalas del hombre son objetos de mistificación de los tiempos de humanidades alejadas de la comprensión por el desconocimiento de múltiples factores. En fin, lo que hasta hace poco era lo más grave que se nos presentaba, la necesidad de un destino, hoy se ha convertido en una obsesión que atenta contra la integración mental, moral y física de cada individuo.
Refiriéndonos a la capacidad productiva en el hombre, se entiende que su escogencia entre lo útil y lo servil establece la definición de su conducta frente a la vida, la sociedad, la familia y ante sí mismo. El carácter del hombre productivo útil tiene la conducta eminentemente responsable frente a su condición humana. Producir amor y ser capaz de recibirlo. Producir todo lo que da en bienes materiales atenciones, bienestar propio y ajeno. Asumir la responsabilidad de todo cuanto es capaz de producir, defenderlo; proteger e impulsar la institución de esta fábrica de producción constituye su más alto deber. Su personalidad se apoya en la verticalidad de su seriedad frente a sí mismo, su fabrica ó empresa y sus semejantes beneficiados. El carácter del hombre productivo servil encuentra compensación en su condición bondadosa y fiel a suministrar favores, buen servicio y confiabilidad al mundo que le rodea, su familia, etc. Aquí está su equilibrio pero no deja de ser aparente.
La irresponsabilidad de no concretar un destino propio lo mantiene en estado de dependencia laboral; económicamente de la familia; emocionalmente del reconocimiento ajeno por las bondades que ofrece, y socialmente de una conducta modelo (modelo por castración o acondicionamiento no por convicciones maduras).
Sabemos que en cualquiera de las cosas de los hombres útiles o serviles, se encuentra una variedad de especialidades que conviven en la sociedad de hoy: desde los criminales de todo tipo de delitos hasta el genial científico, artista, economista, político y religioso. Y no escapando nada al vasto panorama de la cultura actual avanzamos, sin embargo, con rápidos saltos hacía una civilización diferente a la concebida en los últimos setenta años. La concepción del mundo integral, sin fronteras ni parcelas, está dada por un modelo científico tecnológico de enormes proporciones.
Este titán inevitablemente está determinando la nueva estructura social, política y económica en la que penetramos. El individuo no está ausente en esta metamorfosis de su época y normal ha de considerar su inteligencia lo que la ignorancia pronuncia como crisis a toda transfiguración necesaria. Sin duda es que el conocimiento profundo de algo nos libera. Por esta razón caen símbolos, ideologías y conceptos que modulan la conducta del hombre en la sociedad. De igual forma, son la ciencia y la tecnología los factores y/o vehículos que desmitifican los valores inmanentes a todo mito. Y muy a pesar del arraigo conservador en expiradas posturas la humanidad reconoce al inminente mundo integral.
En esta nueva estructura planetaria exenta de consideraciones morales agotadas, la cultura científico-tecnológica impondrá la verdadera economía del gasto, la abolición de todo servilismo y la emancipación humana de los temores a leyendas. Sin embargo, una durísima transición le espera a la sociedad mundial en la que faltará el pan de comer a falta de empleos en empresas e industrias que serán eliminadas, o reemplazadas con aparatos que no conocen y que resuelven en segundos el trabajo de cientos de personas. Habrá que prepararse para otro mundo distinto al que conocemos. En realidad necesario, aunque en extremo elitista por su elevada preparación en todos los aspectos que cubren la convivencia, exigencias del momento y en las que la vida del propio planeta Tierra será lo más urgente. Países productores de hidrocarburos, dependientes de la bonanza de la naturaleza bajo sus pies, y que no supieron sacar provecho cultural como sociedad de esas riquezas naturales serán irremediablemente sumidos en la impiedad de la hambruna.
Los hilos que mueven el mundo tienen todo planificado desde más de cincuenta años. Sería inevitable la quiebra de los valores materiales, dogmático espirituales y morales implantados y habría que reconocerles que han hecho todo lo posible para que la caída del sistema económico, político, social y cultural no fuese tan estrepitosa. Pero todavía no acaba de caer el edificio de esos modelos agotados, por lo que es sospechable la maquinación de una caída realmente estrepitosa de bolsas de valores; estructuras políticas y socioculturales.
Zhandra Rodríguez
Enero de 1988
Mis felicitaciones, Zhandra.Asi hablaba Gramcsi de los Hilos Invisibles.Me tienes atado con tus hilos. Un beso !
ResponderEliminarMARAVILLOSO... MUY PROFUNDO... TENGO QUE DIGERIRLO TODAVÍA...
ResponderEliminarEs algo así como nos decía Chávez cuando comparó al capitalismo frente al socialismo: "algo que está muriendo y no termina de morir al mismo tiempo que algo nace y no acaba de nacer".
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